jueves, 17 de octubre de 2013

El club de los feos



Me acuerdo de aquel año, aquel verano, cuando mirábamos los semáforos de la ciudad cambiar solitariamente y hasta los mosquitos abandonaron Madrid...
Caminábamos sin rumbo fijo mientras la luna bañaba las calles de una ciudad vacía en agosto.
Y nos preguntábamos qué pasaría después, si nos veríamos en la próxima huida, si seguiríamos dejando de lado las horas para dormir al continuar callejeando y barriendo locuras hasta el amanecer. Otra vez.



Pues podría hablar ahora de las cervezas que nos tomábamos en el Pascual, de los cafés con hielo mientras esperábamos al loco, de los momentos que pasábamos en aquella vieja cafetería viendo pasar el reloj sin importarnos, de las risas en los pasillos, de los momentos de duda a la hora de entrar en clase, o de escaparnos... de las canciones que nos inventábamos y escribíamos en rollos de papel higiénico, del club de los feos, de la última fila del aula dos haciendo la ola, de nuestras fotografías en la fotocopiadora, de las siestas en religión, de las pintas en el Molly, de las risas en cualquier momento, del cine por las mañanas y el ron con miel antes de salir a cantar...


y me parece estar viendo el gorro de Papá Noel de aquellas navidades, la bola de billar firmada y los servilleteros de los bares, las carpetas que nunca conseguíamos ordenar, la mochila donde llevábamos los bocatas... las tortillas de patatas que cocinábamos con todo lo que encontrábamos por la nevera, las tacitas de Ribeiro a 20 pesetas, nuestros bailes...
Y nos preguntábamos por qué nunca llegaríamos a ser héroes, por qué no éramos como ellos, por qué pensaban que éramos tan raros o tan ingenuos... y yo sonreía una vez más, pensaba que a lo mejor los raros eran los otros, quién sabe... y es que hay "insignificancias" que resultan tan indispensables... qué bien lo sabíamos. Gritábamos a los cuatro vientos que esas pequeñas cosas eran más valiosas que cien millones de pesetas y entonces es cuando nos decían que éramos gilipollas.


Pero nosotros seguíamos paseando por aquel Madrid nocturno, deleitándonos con nuestra música y nuestras conversaciones interminables cuando el reloj corría mucho más deprisa que nosotros y nos traicionaba... y nos considerábamos ALGUIEN CON SUERTE...


Aún hay lugares donde descubrir lo maravilloso que es vivir, hay una música de fondo con la que sentir la tranquilidad, hay largos paseos nocturnos en compañía del silencio, hay fuerza más que suficiente para cruzar el Universo, hay...
hay tantas cosas aún por inventar...
Y hay porciones completas de aquel pastel, humildes vencedores a los que no les importa no llegar nunca a ser héroes, menos impacientes, más tranquilos pero igual que entonces llenos de sueños compartidos... con ganas de lograr que las cosas se hagan mejor. Quedó mucho.
Queda mucho.
Por las buenas, sin escándalo pero sin intención de rendirse...
 

Gracias por las sonrisas, por compartir rebeldías, por las interminables partidas que se alargaban, por esas tardes de verano perdiendo el tiempo juntos, por aquellas noches enteras sin dormir en casa de alguno tirados por los sofás o en el suelo, riéndonos de todo, por las veces en que buscábamos refugio en el paladar para tomarnos la penúltima, por formar parte de la última fila del aula dos, por la poesía, por la música que tocamos, creamos, cantamos...
 
CRIS

jueves, 6 de junio de 2013

Por qué


¿Por qué ponerse una gorra en clase es un acto de mala educación?
¿Quién lo decide? ¿Con qué criterio?
¿Por qué estás ahí y no estás aquí?
¿Por qué todo el mundo tiene el manual de instrucciones y a mí no me lo han dado?
¿Por qué me siento tan diferente, tan rara? ¿Tan fuera de lugar en todas partes?
¿Por qué nunca me advirtieron que esto sería así?
¿Por qué tengo que cruzar el Sáhara para encontrar la civilización?
¿Por qué desde el Asteroide B-612 se ve todo tan claro?
¿Por qué los niños son tan sabios cuanto más pequeños?
¿Por qué me pierdo cuando pienso en ti?
¿Por qué los antiguos astronautas no nos lo han contado todo?
¿Por qué si todo es tan fácil nos cuesta verlo?
¿Por qué tengo que encontrar mi media naranja si yo ya lo soy todo?
¿Por qué miro el fuego y me descentro?
¿Por qué la franqueza puede ser tan brutal?
¿Por qué en el año 3.000 antes de cristo cayó un meteorito en la cordillera de los Andes?
¿Por qué te quiero sin querer?
¿Por qué alguien nos proporcionó el conocimiento sin darnos la oportunidad de entenderlo?
¿Por qué?
¿Por qué las minas, las armas, la destrucción, la ira...
¿Por qué me cuesta mantener mi atención?
¿Por qué debo mantenerla si no me interesa aquello a lo que atiendo?
¿Por qué seguimos creyendo que somos los únicos cuando hay tanto espacio más allá?
¿Por qué al despertar te pregunté quién eres?