lunes, 23 de noviembre de 2009

Tan sencilla y complicada

Voy a escribir sobre ella... de labios de él.

"Es una mujer hermosa en su mejor momento,
a veces una fregona cubierta de mugre y suciedad,
es una niña sencilla, dulce, esplendorosa,
de mil años de edad.
Fría como la nieve, y también rencorosa.

Sabia, paciente, buena persona sin igual,
es la mujer que siempre quisiste encontrar.

Tan frágil como una flor,
como el pétalo de una rosa,
lo que tú piensas que piensas,
ella sabe que lo sabe.

Un sistema de cintas,
una multiplicidad de ramificaciones
que nacen en su cerebro y llegan a su corazón.
Un millón de tenues facetas.

Y tú muy bien puedes ser
un soso que no está a su altura.

Es un purasangre. Bellísima.
Un volcán de deseo que te hace hervir la sangre
y hasta perder el sentido.

Es una mujer como las matemáticas:
una mujer que nunca falla.

Y no importa cuánto la conozcas,
siempre hay más que aprender;
una aventura sin fin, cada día parece nueva.
Es una mujer de cuyos labios ansías escuchar:
"Nadie me hace sentir lo que contigo siento".
Pero ya has caído en su trampa,
pues es ella la que siempre te transporta.

Es la mujer a quien sigues día tras día,
la mujer que siempre se sale con la suya.

La chica con los pechos al aire...
Te encanta verla moverse,
pero por mucho que te esfuerces,
no hay nada que hacer con ella.

Cuando no la escuchas,
la añoras desesperado.
Y cuando la abrazas,
sueñas con poder besarla..."

E.K.E.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Conociendo el mundo a fondo. Entre Francia y La Selva Negra.


Este es un viaje a la naturaleza, a las ciudades y pueblos auténticos con casas de colores, llenas de flores y con entramado de madera.

Cinco personas, una caravana, ganas de aventura y muchas ilusiones…

Ilusión por disfrutar a tope de sensaciones, compartir buenos momentos y conocer otro bello rincón de nuestro planeta, la región alemana de Baden-Wutemberg y parte de Alsacia y Lorena, en Francia.

Con todos esos ingredientes y haciendo un pequeño resumen para no cansar al personal, recordaré lo que hemos podido vivir… asistir a un concierto de Shostakovich en la Iglesia de Saint-Matthieu en Colmar fue para mí un regalo, interpretado por la orquesta filarmónica de Rusia dirigida por Vladimir Spivakov, donde además se tocaron otras piezas y donde pudimos apreciar la magistral interpretación de un buen pianista llamado Alexander Ghindin, cuyas manos tenían voluntad propia y se movían solas.

Entre otras muchas cosas también hemos podido disfrutar de la famosa cerveza alemana, cada jarra individual de medio litro pero tan suave que no se te “subía” nunca. Por supuesto acompañada de salchichas de todo tipo, tamaño, color, sabrosas en cualquiera de sus variantes.
Paseamos por las calles de ciudades y pueblos con encanto, como Colmar, Eguisheim, Rottweil, Friburgo, Tübingen, Ribeauville, Riquewir… todos ellos con sus callejuelas peatonales de postal y sus mercadillos en la plaza de la iglesia. Fantástico.



Descubrimos la naturaleza en entornos privilegiados como La Roche du Diable, los lagos blanco y negro en los Vosgos y las cascadas de Triberg, el pueblo de los relojes de cuco.
Conocimos más sobre la primera guerra mundial a través de un cementerio, un museo y un campo de batalla que conserva trincheras alemanas y francesas. Un lugar llamado Le Linge, testigo de aquellos trágicos años de locura humana.

Visitamos un castillo auténtico del siglo XII, totalmente restaurado para saber más acerca de cómo era la vida en la Edad Media. El Chateau de Haut-Koenigsbourg, muy interesante.

Pudimos contemplar el nacimiento del Danubio en Donaueschingen… para algunos el origen está en la fuente, para otros nace de la confluencia de dos pequeños ríos que se juntan allí.

Caminamos por los alrededores del Lago Constanza al atardecer, y degustamos las ricas truchas del lago en un restaurante donde nos atendió una simpática camarera de Granada, en Lindau…

Vivimos una de las mayores tormentas que recordaremos siempre, una noche en un camping alemán, llena de relámpagos, rayos y truenos que te ponían los pelos de punta…

Seguimos las huellas de Herman Hesse recorriendo Calw, el bonito pueblo donde nació…

Revivimos la Edad Media también a través de abadías cistercienses, como Maulbronn o las ruinas del monasterio de Hirsau, cuyos muros albergan tantos años de historia…

Volvimos a la niñez en los jardines de cuentos de hadas del palacio de Ludwisburg (el Versalles alemán), llenos de personajes de cuentos infantiles y fantasía…

Admiramos con asombro la fachada de la catedral de Estrasburgo y toda la ciudad, paseando por sus agradables calles, degustando las flamenkuchen o tarte flambé (parecidas a las pizzas de aquí) y sus cervezas artesanales tan ricas, haciéndonos fotos frente a la sede del Parlamento Europeo…

Conocimos otro idioma que al fin y al cabo no suena tan mal, otras costumbres, otra forma de ver el mundo, de educar a los niños, de cuidar nuestro planeta, de respetar a los demás. Reciclando, usando la bicicleta tanto o más que el coche…

Terminamos con una botella de champán el último día brindando por todos los momentos vividos juntos…

Un viaje para recordar.



CRISTINA FERNÁNDEZ

martes, 7 de abril de 2009

La música...


Hace poco, paseando por el campo me paré a escuchar el trino de los pájaros intentando averiguar qué intervalo musical hacían. Entre otros muchos sonidos, curiosamente repetían a menudo una tercera mayor ascendente.


Esto me hace recordar un libro que leí no hace mucho llamado algo así como “La música de la vida”, escrito por un músico sufí con un nombre muy raro.
Lo importante es todo lo que en sus páginas se refleja, hoy voy a tratar de hablaros de algunas de estas reflexiones realmente interesantes…

Me llamó la atención cómo se encuentran mencionados en las escrituras sánscritas los diferentes tonos que se distinguían en los tiempos antiguos: en ausencia de instrumentos musicales afinadores (hoy tenemos el piano por ejemplo) ellos tenían que determinar el tono basándose en el sonido de los animales, de los pájaros principalmente. Uno se maravilla con esto pensando que quizá fuera natural que el arte se desarrollara así ya que la gente estaba tan cerca de la naturaleza…

A partir de aquí, la música es la ley que funciona a través de todo el universo. En ella está la sabiduría y si todos escuchásemos al menos 10 minutos de buena música al día con atención, seríamos más sabios… Existe dentro y fuera de nosotros, e inspira no sólo el alma de un gran compositor sino también la de un niño.

Es el lenguaje de la belleza. Además del encanto natural que la música posee, también tiene un atractivo mágico que puede ser experimentado incluso ahora. Parece como si la raza humana hubiera perdido una buena parte de la ciencia de la magia y sus creencias o su fe, pero si algo queda de todo ello es precisamente la música.

En el libro habla también del poder de “intoxicación” de la música, que es capaz de embriagar a aquellos que la escuchan pero que sin duda impacta mucho más a aquellos que la interpretan con su instrumento o su voz. Y es que es así, como digo muchas veces se convierte en algo “físico” que te envuelve y te lleva, te permite expresar sensaciones que con la palabra sería más difícil reflejar.

Creo que tiene mucho que ver con la intuición, la armonía en todas las pequeñas cosas de la vida… El mayor error de esta época es que la actividad se ha incrementado en tal medida que a uno le queda muy poco margen para el deleite. Las personas a menudo vamos por la vida como anestesiadas o dormidas y en la mayoría de los casos no nos conocemos ni siquiera a nosotros mismos ¿cómo vamos a pararnos entonces a apreciar otras cosas? Ahí está la música para ayudarnos, siempre está allí…

Las personas te transmiten con su música cuál es su armonía contigo y con el mundo que les rodea. Te hablan sin decir apenas nada, es muy interesante llegara a apreciarlo y comprenderlo. Y mucho más poder vivirlo y compartirlo con alguien.

Así que: abre tu corazón y tu mente y llegarás a comprender… serás feliz porque cada átomo de este mundo es un verdadero milagro. La vida está llena de pequeños tesoros cuando se observa con los ojos bien abiertos…

Para mi amigo Alberto, que me acerca a la música.
Gracias por el libro.



CRISTINA FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ