martes, 4 de septiembre de 2012

Un azucarillo en el mar... con Eliacer Cansino



cUANDO el niño lanzó la peonza ignoraba que en su interior vivía encerrado un genio. La peonza empezó a girar, tanto que cuando el genio asomó la cabeza estaba tan mareado que no lograba hablar a derechas:
“pÍDEME un concedo y te lo desearé”
“¿qUÉ dices?”
“sI me casas te desearé un concedo”

“nO entiendo nada”

“¡cÁSAME de aquí!”
eL niño acercó su peonza al oído, pero el genio ya no pudo volver a hablar.
hABÍA gastado sus oportunidades.
uN día después el niño perdió la peonza...