lunes, 28 de enero de 2008

El mágico bosque de HUELGOAT

El día 21 pasamos toda la jornada fuera de nuestra pequeña "casita". Preparamos unos bocadillos y nos fuimos a Huelgoat, donde habíamos oído que había un bosque interesante. La verdad es que no ibamos con muchas esperanzas porque llovía bastante y no nos apetecía pasear por un bosque. Pero... nos sorprendimos una vez más.
Os cuento: llegamos a Huelgoat y como no encontrábamos nada inetersante nos ibamos a ir cuando de pronto vimos un cartel donde ponía "La Roche Temblante" y una flecha indicaba el lugar. Movidos por la curiosidad fuimos hasta allí y descubrimos un bosque verdaderamente mágico, el bosque de Huelgoat. Un lugar de cuento de hadas.
Primero paseando por aquel paraje donde parecía haber elfos y duendes espiandote tras las rocas, vimos un lugar sobrecogedor llamado "La Gruta del Diablo": unas escaleras empinadas y estrechas bajaban hasta un pequeño cubículo oscuro y resbaladizo entre rocas y agua que realmente daba miedo. Pero mereció la pena bajar hasta allí (aunque nos empapamos a pesar de llevar los típicos chubasqueros amarillos).
Después continuamos y nos encontramos "La Roche Temblante", una roca gigante que según cuentan pesa 100 toneladas y que se puede balancear si la empujas en el lugar adecuado (que por supuesto nosotros no encontramos).
Más adelante nos encontramos con una serie de rocas dispuestas en un agujero con formas diversas, agrupadas en lo que se conoce como "Menaje de la Virgen". Allí se supone que se veían pucheros, cazuelas y otros utensilios de cocina pero echándole unos kilos de imaginación.
En un claro del bosque, escondido entre las rocas gigantes llenas de musgo, descubrimos un rincón de ensueño con una pequeña terracita que parecía un oasis en medio de un desierto. Allí hicimos un alto en el camino para tomar algo y disfrutar de lo que nos rodeaba.
Luego volvimos dando un paseo amenizado por los músicos que había por allí, un falutista, un gaitero... que te transportaban aun más a ese mundo de fantasía en el que habíamos entrado.
Al salir del bosque y volver a la civilización, buscamos un sitio para comer los bocatas que habíamos preparado. De allí fuimos siguiendo la ruta de "Francia por otros caminos", pasando por carreteras sinuosas y pueblos perdidos, hasta llegar a la iglesia de St. Gildás, en medio de la carretera, desde la que se tenía una buena vista de los campos y bosques de esta zona tan maravillosa.
De ahí regresamos al camping y tras una ducha, tuvimos que cenar dentro debido al frío y a la humedad. Fue un día muy divertido y agradable.
Os quería subir una foto de uno de los gaiteros del bosque pero no me ha sido posible, quizá no funciona hoy esto pero os prometo que en cuanto pueda la pongo.
Besos a todos y gracias por leerme.