Una vez más la música. Llenando la noche y su ausencia. Una vez más en las afueras de mi ciudad escucho una perfecta banda sonora. El jazz. El vuelo sin paracaídas se convierte en un horizonte ajeno, una reseña vacía de la cotidianeidad. Bebo el último trago y dejo el vaso en el suelo. Bienestar.
Jueves. 16:25. Mantengo la mirada fija en el papel, a la espera. La otra noche hubo un tiroteo en el centro y descubrí que casi nadie tiene madera de héroe, que todas las pelis y los libros no sirven de mucho ante el sonido de un cargador vaciándose. Hay que tenerlos bien puestos para no abandonar el barco a las primeras de cambio, para no gritar y salir corriendo, para quedarse allí. Y no aparece supermán por ningún lado. Cobardías.
Viernes. 15:10. Irremediablemente nos hemos vendido al peor postor: nosotros mismos. Siento vértigo.... Vértigo.
15:20. Pero qué coño (perdón). Un piano, él me ayuda. Siempre lo hace. Me siento y toco alguna vieja canción que casi no recuerdo. Sólo faltan el contrabajo y la batería. Esto es, Dios en estado puro. Música.
17:05. Vuelvo pero no tengo otra letra para este tango. Silencio. Alguien corta el césped y el olor de la hierba fresca me trae recuerdos de la infancia, un olor veraniego de agua y jazmín en aquel patio. Nostalgia.
Lunes. 10:20. Pasan los días. Todas las mañanas hay que cumplir con el horario laboral ¿es preciso?. Desidia.
No llueve. Desde mi casa no se puede ver el mar, pero también es bonito contemplar los tejados y el valle. Pasa un perro cerca, no deja de ladrar. Ha estado así toda la noche. No me deja dormir.
Domingo. 12:10. Repican las campanas en el pueblo. Y sabe a gloria esta cerveza bien fría. Dije que eran bonitos los tejados y el valle. Pues no, lo bonito está escondido en mi cabeza y en los rincones de mi alma. Deseo irreal.
13:45. Los mismos miedos están aquí. No pasa el tiempo para ellos aunque sí para mí. Y me refugio en la voz de Aute. Me encanta esta canción. Reivindico el espejismo de intentar ser uno mismo. Ese viaje hacia la nada que consiste en la certeza de encontrar en tu mirada... La belleza.
Otro lunes. 11:13. Ayer me acosté tarde. Apuro el último sorbo de café, los altavoces dicen que Sabina vive en el número siete. La mañana viene con restos de bolero y una aspirina. Mucha luz.
lunes, 1 de febrero de 2010
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prima, qué bonito. megustaleerte
ResponderEliminarpekeña! k bien escribes. me encantaria saber escribir, xa expresar un montón de cosas como tu. xo yo no se. mañana nos vemos!
ResponderEliminarCasi na al aparato. Enhorabuena
ResponderEliminarNo es tan raro. Esto me pasa a mí y nos pasa a todos... ¿o acaso vosotros podéis desconectar vuestra mente cuando os apetece? ójala supiera, pero de momento sólo consigo acallarla un poco. Nunca para
ResponderEliminarSi... Y si se juntan nuestras frecuencias en no se sabe dónde, el sonido puede ser ensordecedor.
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