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La noche anterior cayó una buena tormenta y llovió bastante, con lo cual se nos mojaron las sillas. Pero al día siguiente amaneció con mucho sol y a ratos ¡incluso calor! con lo que no tardaron en secarse. Esto ya nos pasó otras veces con la caravana.
Por la mañana fuimos a Quimper. Aparcamos en un parking que era muy barato y céntrico, aunque muy pequeño, nos costó 2€ por 4 h. Nos encantó, una ciudad medieval con callejuelas auténticas y casas preciosas como las de la foto. Tiene una catedral con dos agujas, que estaban por desgracia en restauración.
Paseamos e hicimos compras de tatuajes y galletas típicas de mantequilla salada, luego comimos en la plaza principal, donde habían puesto una carpa con actuaciones con motivo de las fiestas de Cornuaille. Así que comimos cosas típicas de la región (mejillones, patatas, lacón y cerveza) mientras escuchábamos música celta y veíamos bailar a diversos grupos de gente, todo muy pintoresco y animado a la par que tranquilo (sí, aunque suene raro así era). De postre tomamos almendras garrapiñadas que compramos en un puesto por allí, así como los famosos "macarrones" que consisten en unas galletitas pequeñas rellenas de cremas de todos los sabores bretones.
Después de comer nos fuimos a Benodet, un pueblo situado en la desembocadura del Odet en un puerto deportivo lleno de barcos y casas espectaculares de piedra con jardines inmensos llenos de hortensias, ¿os he dicho ya que las hortensias estaban por todas partes? Pues sí, de allí fuimos a visitar el jardín botánico de Cornuaille, lleno de ellas además de otras flores y plantas preciosas de todos los colores. Tenía además un jardín acuático que parecía un paraíso de paz, con muchas ranas por cierto.
No se ha terminado aún el día no os creais. De allí fuimos a Loctudy para ver la llegada de los pescadores a la lonja, pero llegamos un poco tarde y ya sólo quedaba un barco y algunas gaviotas comiéndose los restos de pescado.
Ya bastante cansados como podéis suponer, volvimos al camping hacia las 20:30 h. con un ligero dolor de pies de tanto andar pero felices por el día tan bonito que habíamos pasado.