cUANDO el niño lanzó la peonza ignoraba que en su interior
vivía encerrado un genio. La peonza empezó a girar, tanto que cuando el genio
asomó la cabeza estaba tan mareado que no lograba hablar a derechas:
“pÍDEME un concedo y te lo desearé”
“¿qUÉ dices?”
“sI me casas te desearé un concedo”“nO entiendo nada”
“¡cÁSAME de aquí!”
eL niño acercó su peonza al oído, pero el genio ya no pudo volver a hablar.
hABÍA gastado sus oportunidades.
uN día después el niño perdió la peonza...